Libro: Medianoche en México


El descenso de un periodista a las tinieblas de su país

“Aún culpo al Herald-Post de haberme infectado con la enfermedad incurable del periodismo”


Los seres humanos no podemos dejar de narrar ni de narrarnos, necesitamos la fuerza de las palabras para reconstruir lo que somos, para darle sentido al mundo, a lo que ha pasado y a lo que hemos visto; sin embargo, cuando hablamos de un periodista, esta necesidad tiene un propósito más que personal. Alfredo Corchado, Jefe de Oficina en México del Dallas Morning News, bien sabe que el oficio periodístico se trata de eso, de contar historias, de darles voz a sus protagonistas para que sus palabras no caigan en el vacío y en el olvido. 

Precisamente esto es lo que nos ofrece con gran honestidad y sencillez, no abonar más al silencio ni a la inacción; sino por el contrario, ser un oásis ante la censura mediática en México. En las páginas de Medianoche en México nos encontramos con una narración sin adornos, libre de tapujos y clichés que retoma la esencia del periodismo al tratar de responder las preguntas básicas de todo hecho noticioso: qué, quién, cómo, cuándo, dónde y por qué. Pero no sólo eso, se trata de un libro escrito con información “de arriba”, de primera mano y a la que pocos tienen acceso, pero que es narrado desde abajo, a partir de caminar por esas “calles que cuentan historias”, con lo cual logra ponerle un rostro, una identidad a la tragedia que se vive en México, producto de la violencia generada por el crimen organizado. 

En este sentido, voces como la de la Paisana resultan imprescindibles para comprender cómo ha sido posible que el narcotráfico haya permeado en todos los niveles de nuestra sociedad. De igual forma y valiéndose de su historia familiar, Corchado nos presenta diversas visiones de ese México que la politóloga Denise Dresser llamó el país de uno. Leer Medianoche en México nos acerca al país de distintas generaciones de migrantes, remitiéndonos de inmediato a aquella frase de José Emilio Pacheco: “no leemos a otros, sino que nos leemos en ellos”. Sí, nos leemos en las palabras profundas de Herlinda y en la dura mirada de Juan Pablo; lo hacemos a través del ingenuo “I don’t understand Spanish” de Cristian y en la ternura infinita del tío Delfino, quien bien refleja a esos hombres y mujeres cuyo cordón umbilical aún se encuentra unido al terruño, y esperan pacientemente el regreso de los suyos, de los que se fueron.

No obstante, el lector en ningún momento se encontrará con una lectura meramente “conmovedora” o “touching” al estilo de Corín Tellado o Danielle Steel. Si bien sensibilizar es una constante a lo largo del libro, la información recabada por Corchado como reportero de diversos medios, entre ellos El Paso Herald-Post y el Wall Street Journal, también le permite proporcionarnos detalles precisos, que ponen en evidencia el grado de corrupción e impunidad que persiste en México y que le impide transformarse en un país de leyes.

“México es algo personal. Yo soy hijo de México”

Medianoche en México es un texto que no resbala ante la inmediatez de los eventos, sino que los mira a través de la historia y en retrospectiva, con la lente de quien ha cubierto la problemática durante veinte años desde dentro y desde fuera del país, lo cual enriquece enormemente el relato periodístico. Además, la nacionalidad mexicoamericana del autor, le da relativa distancia de los hechos para analizarlos desde una doble óptica, sin pretender victimizar a su tierra natal, en la compleja y conflictiva relación que guarda con el vecino del norte. Digo “relativa distancia”, porque contrario a lo que podría pensarse, Corchado en ningún momento se ve a sí mismo como ajeno a lo que sucede en México; más bien, asume sin mayores complicaciones su identidad, su mexicanidad contorneada por esa historia de vida que también se escribió del otro lado de la frontera, y que ejemplifica lo que en alguna ocasión afirmó la periodista Ginger Thompson, que “la frontera no es solo una línea divisoria entre dos países, es toda una región”.

En llanas palabras, Corchado “no niega la cruz de su parroquia”, sino que de manera abierta nos habla de ese México “perfectamente contradictorio”, que en ocasiones se siente tan “disparejo, hipócrita, triste y estancado” y en el que, aunque pese decirlo, “la democracia es de los políticos, los intelectuales, los idealistas, la élite y los oportunistas, pero no siempre contempla a la mayoría de la gente, que vive al día”. 

“Yo quería oír el Huapango de Moncayo, obra inspirada en la música tradicional mexicana que yo asocio con el dolor y la tragedia de ser mexicano”

Las conversaciones que sostiene Corchado con sus fuentes, con otros colegas, con los miembros de su familia y con la gente que va conociendo a su paso, llevan al lector de la esperanza a la desesperanza, haciendo que poco a poco crezca en éste un sentimiento de frustración ante la gravedad de los acontecimientos que ocurrieron, y siguen ocurriendo en nuestro país al momento de escribir estas líneas. Y así, este apasionado periodista deja por momentos la libreta de notas y la pluma, para develarnos al ciudadano dolido, al hijo protector, al amigo incondicional que también es y, en particular, al ser humano genuinamente enamorado de su país y de sus raíces, lo cual cabe decir, me resultó en verdad reconfortante.

Conforme se avanza en la lectura, queda claro que el propósito de Corchado no es de ninguna manera convertirse en la noticia, por lo que el lector habrá de permanecer atento a la esencia del libro para evitar detenerse demasiado en los hechos simbólicos explotados mediáticamente, (por ejemplo el grado de crueldad de personajes como el Z-40), para en su lugar nutrirse con los datos duros y con el amplio contexto que el autor emplea para abordar un problema sistémico, que involucra otros tantos temas como migración, políticas públicas, pobreza, desempleo, descomposición del tejido social, cooperación internacional, poderes fácticos, transculturación y libertad de prensa. 

Tema este último que merece una mención aparte considerando que, a pesar de las amenazas de las de que fue objeto, Corchado contó en todo momento con el respaldo del medio para el cual trabaja, y con una certeza que hoy día no poseen un gran número de periodistas en nuestro país: no sufrir violencia de estado por omisión, negligencia o complicidad a razón de publicar una nota “incómoda”.

“¿No estás cansado de todo esto? – Le pregunté, pero en realidad me lo estaba preguntando a mí mismo”.

A veces con humor, otras con tristeza, Medianoche en México repasa los momentos más sintomáticos del intrincado desafío histórico que estamos atravesando los mexicanos, dejándonos un sabor agridulce en la boca pero también muchas reflexiones. Y su autor lo que en realidad nos comparte, son los resultados de un inmenso viaje interior.

Alfredo Corchado pertenece a esa clase, aún no extinta, de periodistas que con auténtica empatía se comprometen a servir a su comunidad, que no persiguen el éxito per se y que han optado por salir de su zona de confort para contribuir a transmitir la memoria, lo cual además implica preservar todas sus lecciones, entender cómo la ignominia fue posible en el pasado para que nunca vaya a repetirse en el futuro. Periodistas que buscan inspirar a otros con su crónica cotidiana, que trabajan para ser ese puente indispensable entre la noticia y el ciudadano, con miras a poner los primeros cimientos para levantar de nuevo un país “dolido y fracturado” como el nuestro.

Queda finalmente al lector hacer una revisión de la historia de México y su vecindad con los Estados Unidos, para así sacar sus propias conclusiones. Queda la invitación implícita a leer con mayor frecuencia e interés el material periodístico que diariamente publica la prensa extranjera. Queda preguntarse qué tan dispuestos estamos los mexicanos a identificar propósitos comunes, para evitar que nuestra sociedad se disuelva. Queda pensar en el papel que desempeñan quienes terminan por no ser ni de aquí ni de allá, los migrantes, en la conformación de ambas sociedades. Queda pendiente el viaje que cada cual debe y necesita hacer para reencontrarse con la tierra de sus ancestros. 

Queda buscar dónde está enterrado el cordón umbilical de México.

En suma, queda como lo expresó el periodista Miguel Angel Granados Chapa al recibir la medalla Belisario Domínguez, la tarea de “reconstruir la casa que nos albergue a todos o erigirla, si es que nunca la hemos tenido”.










































CORCHADO, Alfredo. Midnight in México (título original). Editorial DEBATE. Primera Edición: septiembre de 2013. Traducción: Juan Elías Tovar. ISBN 978-607-311-833-0

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