Rebeca Lane, la mujer que no aprendió a vivir callada
En memoria de Diana Sacayán, una de las
activistas transgénero más importantes de Argentina, hallada muerta, en su
país, el pasado 13 de octubre.
#NiUnaMenos
El 12 de octubre el periódico
español El País difundió el video “Esto ocurre cuando Photoshop borra a los
hombres del poder”, parte de la campaña #MoreWomen (más mujeres) que la revista
Elle, en su edición británica, ha emprendido para hacer notar la escasa
participación femenina en distintos ámbitos. Al mismo tiempo, en Guatemala, la
candidata Sandra Torres y su compañero Mario Leal, de la Unidad Nacional de la
Esperanza (UNE), se encuentran en campaña -otra, presidencial- con miras a vencer
a su contrincante, Jimmy Morales, el comediante conservador (como lo define la
prensa local) y candidato de FCN-Nación en la segunda vuelta de los comicios
electorales previstos para el 25 de octubre. Un proceso insólito, derivado de
la protesta masiva que propició la renuncia del presidente Otto Pérez Molina,
actualmente en prisión y a la espera de un juicio.
A Rebeca ambos temas le
importan porque es mujer, porque trabaja para reivindicar la equidad de género
y los derechos humanos, y porque es guatemalteca. Rebeca Eunice Vargas nació en
la Ciudad de Guatemala el 6 de diciembre de 1984; es decir, que nació en otoño,
que se rige bajo el signo de sagitario, que este año cumplirá 31 y que
pertenece a la generación que por desgracia escuchó, de primera fuente, los
desoladores relatos que surgieron con la guerrilla en la década de los sesenta
y los regímenes militares en los setenta, en un país -al menos- geográficamente
cercano al nuestro. Los números no mienten. Ciudad de Guatemala, la capital, se
localiza a 1382.5 kilómetros de su homóloga mexicana y a 1164 de Mérida, la
capital yucateca. Para llegar a Monterrey, por ejemplo, un yucateco debe
recorrer 2270 kilómetros.
Rebeca recorrió esos 1164
kilómetros para conocer Yucatán y para que los yucatecos conocieran a las ninfas
que habitan su interior, las hiperactivas oréades que juntas son el imparable motor
que la levanta de la cama todos los días: la resuelta feminista posmoderna, la
cantante de Hip hop que escupe el sentimiento, la obstinada activista sin
control hormonal, la poeta criticada y la socióloga ocupada en recuperar la
memoria histórica de su pueblo, que publica textos académicos como el titulado
“La ciencia como arte, el caos como avance. Paul Feyerabend y el anarquismo
epistemológico”. Rulo Zetaka, el yucateco “soñador de talleres” dentro del
colectivo Culturas Libres al Parque y colaborador en ECOS 2015, el Encuentro
Nacional de Colectivos que se llevará a cabo en Mérida del 12 al 15 de
noviembre, fue quien contactó a Rebeca y realizó las gestiones necesarias para
su llegada y la realización de diversas actividades, entre ellas, esta
entrevista para La Jornada Maya.
La entrevista con la reina del caos
Es viernes 4 de septiembre y
son las 4:30 pm de una tarde todavía calurosa y adormilada de finales de verano.
En una casa de la colonia García Gineres, Rebeca está lista para conversar y no
oculta el grado de exaltación que le provoca compartir sus reflexiones sobre la
inédita situación que se vive hoy en Guatemala:
“Digamos que la participación
social ha sido importante. Tal vez nunca se habían dado protestas tan masivas.
Yo creo que desde 1944 o, incluso desde el 27, esta es la más grande que ha
habido en toda la historia de Guatemala. Lo que sí es un hecho es que sin las
pruebas que permitieron armar los expedientes y sin la gestión efectiva del
Ministerio Público, no se tendrían los resultados tan concretos que ahora
vemos. En todos los países siempre hemos sabido que los gobernantes son
corruptos, es casi una condición para llegar al poder, pero esta vez se cuenta
con las suficientes pruebas vinculantes para iniciar un proceso jurídico. Y sin
desestimar las acciones que se están llevando a cabo, hay que decir que gran
parte del trabajo fue realizado por Claudia Paz y Paz, la ex fiscal de la
nación”.
Rebeca es, como dice el
escritor Eduardo Galeano, hija de los días. Nació en tiempos histéricos para
Latinoamérica, cuando se desarrollaba la Revolución Popular Sandinista en
Nicaragua y la guerrilla salvadoreña del Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN), realizaba violentas intervenciones. Todo, en un
contexto internacional decidido por la Guerra Fría entre Rusia y Estados
Unidos, y cuando en su propia nación la matanza de indígenas a manos del
ejército y los atentados guerrilleros en contra del Estado, eran tan comunes
como un plato de jocón o de pepián en una mesa guatemalteca.
“Otto Pérez Molina era
comandante del ejército en el área Ixil, que es donde se llevaron a cabo el
ochenta por ciento de las masacres durante los tiempos de la guerra. ¿Qué está
pasando ahorita en Guatemala? Para entenderlo, les recomiendo ver un video de
trece minutos que se llama “El encuentro: tres meses de protestas ciudadanas”, el
cual presenta entrevistas con diferentes actores que dan su punto de vista
acerca de las manifestaciones recientes".
© G.
Serrano.
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La historia y sus desaparecidos
Las ansias de Rebeca por
conocer los sucesos históricos de su país, hicieron que presurosa se
involucrara en otras luchas como la de los pueblos indígenas por la tenencia de
la tierra, la del movimiento obrero en contra del neoliberalismo y, por
supuesto, la del feminismo. Con similar euforia a la de Bertolt Brecht, se
integró a grupos teatrales con los que expuso la problemática alrededor de los
derechos sexuales y reproductivos de la mujer. Luego llegó la poesía, la que deja
correr en el blog digital “Miss Penny Lane: mujeres de bolsa grande y zapatos
bajos”. Durante la conversación, habla de la violencia en Guatemala con la
convicción y firmeza de quien no olvida que su tía fue secuestrada y
desaparecida en 1981. Rebeca gesticula, mantiene la espalda recta y el tono de
voz en alto, sin dejar de mover las manos y de enunciar los aspectos que
considera más relevantes para situar dentro de la historia guatemalteca, la dimisión
forzada de Otto Pérez y la corrupción descubierta por la Comisión Internacional
Contra la Impunidad en Guatemala.
“Hay que destacar que son
mujeres quienes han impulsado todo esto. Ahí está la magistrada Claudia Escobar,
la primera en declarar que las elecciones de magistrados para la Corte Suprema
de Justicia estuvieron viciadas. Como este, poco a poco fueron saliendo a luz
más y más hechos; fue entonces cuando un grupo de ciudadanos, 17 personas, convocaron
a una primera protesta a través de Facebook y de pronto eran más de sesenta mil
los que indicaban que asistirían. Yo pienso que los motivó el hartazgo de tanta
corrupción e impunidad. Para mí, el triunfo de las movilizaciones ciudadanas a
lo largo de casi cuatro meses, ha sido la presencia de todas esas personas”.
Como en Argentina con
#NiUnaMenos, la marcha en contra de la violencia de género, o de México por la
desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa...
“Compartimos historia. Ayer platicaba
de las identidades étnicas y los mecanismos de racismo en Guatemala, y los
compañeros me decían que es lo mismo acá en Yucatán. En cada país que visito me
gusta contar la historia del mío, pero también voy recogiendo narraciones. Cuando
fui a Colombia sucedió igual. Si hurgamos en las experiencias colectivas, nos
damos cuenta que están hilvanadas casi que con el mismo hilo”.
La naturaleza nómada de Rebeca,
afirma, le da ese enfoque regional con el que observa los fenómenos sociales y se
aleja cada vez más de los bordes fronterizos, esas “líneas divisorias
imaginarías que alguien más puso”. Por eso menciona la pérdida de zona
selvática en Guatemala debido a la siembra de palma africana y el impacto futuro
que podría tener en México.
El Hip hop, un grito de esperanza
“Tenemos que abrir la mirada
porque mi problema no es solo mío, hay toda una región que se ve afectada”,
insiste. Y por lo mismo, no le resulta extraño que el Hip hop sirva de vaso
comunicante de las múltiples, y muchas veces lacerantes, realidades latinoamericanas.
Así, explica que durante los tiempos de la guerra en su país, los jóvenes
solían agruparse entorno a categorías políticas, pero que es a partir de este
siglo cuando lo hacen a través del arte en todas sus variantes, una de ellas la
música.
“Se están traspasando las
barreras que ubican al Hip hop como la música de determinado grupo social, pero
nosotros mismos, al interior, tenemos aún muchos muros por derribar, comenzando
por entender que ser “underground” no fue una decisión y que nuestra música
merece escucharse y tocarse en la radio, tanto como una canción de Rihanna”.
Hablar del Hip hop y de la
clandestinidad, hace que las palabras de Rebeca se encañonen directo hacia otro
de sus afanes, el feminismo. Para ella, nos encontramos en una era en la que
todo indica una revaloración de aquellos atributos -por lo general asociados a
lo femenino, aunque no necesariamente exclusivos de la mujer- como la
creatividad, la ternura, la construcción de redes y la no violencia: “Los
liderazgos femeninos han adquirido mucha relevancia. No es un proceso lineal,
sino en espiral. Tenemos avances y retrocesos, pero las mujeres en el Hip hop
están destacando. En Centroamérica, ningún otro movimiento realiza siete
festivales al año. Los hombres en el Hip hop no se están moviendo tanto como
nosotras”. Sonríe.
El activismo sin olvido
Para pasar de la protesta a la
propuesta, Rebeca considera que la sensibilización por medio del arte es indispensable,
más no suficiente:
“La música sirve para
concientizar, pero para transformar la realidad te tenés que bajar del
escenario y trabajar. El mundo no cambia a partir de una canción, pero sí ayuda
a que otras personas se cuestionen y traduzcan eso en acciones. Este es el principal
reto de la expresión política a través del arte; no se trata solo de darle
“compartir” en Facebook, sino de que te decidás a transformar aquí y ahora. En
Bogotá, por mencionar un caso, estuve en un
conversatorio donde las mujeres hablaban de recuperar el espacio público a
partir de perder el miedo a transportarse en bicicleta.
Para Rebeca, la joven “sin
dios ni patria ni marido ni partido”, las herramientas tecnológicas no son
malas o buenas. “Está en vos decidir cómo las utilizás o qué hacés”, comenta. A
la mujer que canta “La cumbia de la memoria” le duele el ecocidio, la
incapacidad del ser humano para generar un consumo sustentable y la destrucción
de selvas y ríos, como el río La pasión al norte de Guatemala. Sin embargo, se
considera optimista, ese es el lado que ha elegido trabajar. Cuando está
deprimida, lo que más le alegra es cantar con otras, observar sobre los cielos
latinoamericanos ese relámpago ramificado que solo produce la energía
colectiva.
© G.
Serrano.
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La poesía sin grilletes en el corazón
“Cuando estoy con los ánimos
por debajo, tomo mi cuaderno y comienzo a escribir. La escritura también es parte
importante de mi sanación. Si al activismo vos no le metés la espiritualidad,
perdés la esperanza y te quedás en la sombra. La sanación es una apuesta
política, si no sanamos las heridas, si no encontramos una forma de canalizar
el dolor, corremos el riesgo de enfermarnos. Esto no tiene que ver con ninguna
religión, yo lo veo más con relación a la madre tierra, que nos da refugio y
alimentos”.
El 30 de octubre Rebeca presentará
el videoclip de la canción “Poesía venenosa”, grabado en Costa Rica. Los fondos recaudados en el concierto de lanzamiento,
servirán para gestionar parte de “Vulvástico”, la gira que durante noviembre y
diciembre realizará en México y en la que, acompañada de la rapera
costarricense Nakury, visitará entre otras ciudades el Distrito Federal,
Querétaro, Guadalajara, Monterrey, Colima, Morelos y Puebla, para impartir
talleres y ofrecer conciertos.
“Tengo muchos miedos. Más que
volverme comercial, mi miedo es convertirme en el cliché de la rapera
feminista, convertirme en un producto de consumo. Tampoco quiero ser el
prototipo de. Yo tengo muchos matices”.
“Disfruto sangrar mi camino
porque lo hago fértil”, es la frase que una de las variopintas Rebecas publicó
el 12 de diciembre en su blog.
Artículo originalmente publicado en Homozapping, el 17 de octubre de 2015.
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