La sal de la tierra: algunas razones




Si viste “Pina” y la música te hipnotizó, los movimientos te sedujeron y, de pronto, te topaste con un nuevo y maravilloso lenguaje para expresar tus emociones, debes.
Si quieres conocer una impactante reseña de diversos acontecimientos ocurridos durante la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, narrada a través de un inigualable juego de luces y sombras, debes.
Si te interesa conocer a un poeta de la fotografía sociodocumentalista, debes.

Si te resulta imposible ubicar en un mapa lugares como Aimorés y Minas Gerais, debes.
Si desconoces qué sucedió en Serra Pelada durante la década de 1980, debes.
Si no sabes en qué país habitan los saraguros, debes.

Si aún encuentras pretextos para no viajar a sitios en los que no has estado antes, debes.

“Uno escribe para tratar de responder a las preguntas que le zumban en la cabeza, moscas tenaces que perturban el sueño, y lo que uno escribe puede cobrar sentido colectivo cuando de alguna manera coincide con la necesidad social de respuesta”. Si deseas comprender por qué el escritor Eduardo Galeano dijo esto, debes.

Si además te inquieta descubrir qué fuerza poderosa obliga a un economista a trasladarse a lugares como Nigeria o Yugoslavia, debes.
Si te preguntas qué imágenes, qué hechos y qué circunstancias pueden hacer que un fotógrafo tire su cámara al suelo y, como un niño indefenso, se sumerja en un llanto incontenible, debes.

Si la frase “El hombre es un animal feroz”, te hace poco sentido, debes.
Si la palabra “Éxodo” te remite únicamente al segundo libro de la Biblia, debes.
Si la palabra “Génesis” solo te hace evocar aquellas clases de catecismo de la infancia, debes.

Si ignoras cuáles son las características que hacen de Instituto Terra un proyecto extraordinario, debes.
Si eres tan ambicioso como para indagar qué fue lo que las Islas Galápagos le develaron a Darwin, debes.
Si sientes alguna curiosidad por saber quién fue el que estuvo ahí para otear, en todo su esplendor, la grandeza y la pequeñez de la condición humana, debes.

Debes verlo. Es “La Sal de la Tierra”, el fabuloso relato que muestra la vida y obra de Sebastián Salgado (1944), el fotógrafo brasileño que ha recorrido gran parte del planeta captando con su lente el acontecer de las sociedades contemporáneas y ese mosaico de realidades que conforman nuestro tiempo. Es Sebastián, el que habla porque primero aprendió a escuchar y el que ahora se deja observar porque antes se permitió mirar. Una voz en la que no hay codicia, que no se guarda nada para sí. Sencillamente, la aguda claridad de su pensamiento se expresa y su pasión enciende a quien lo contempla, tan mágicamente como un cerillo a la fogata. 


Un documental de gran esteticismo y elocuencia, una travesía sorprendente y una crónica cuya profusión de imágenes y palabras, deja al descubierto la mirada sensible del artista visual y el evidente compromiso social del ser humano. El filme que presenta la biografía de quien, como dice un verso de Juan Carlos Mestre, “tenía una libélula en el corazón como otros tienen una patria”. “La Sal de la Tierra” es todo esto y más, también una profunda reflexión, tan honesta que es difícil de creer, acerca de los males y los dones que el hombre guarda en esta caja de Pandora que es su propia historia.

Una exaltación de la belleza y la desolación compartiendo el mismo espacio, el tipo de cine que no da tregua al espectador. Sus realizadores son el excepcional cineasta alemán Wim Wenders y el joven guionista Juliano Ribeiro Salgado, hijo de Sebastián. Sobra decir que Sebastián Salgado es Representante Especial de UNICEF, que colaboró por más de un año con la organización Médicos sin fronteras durante la sequía que azotó el África septentrional, que en 1998 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y que en el año 2000, exhibió en la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, los abrumadores retratos de 90 niños desplazados.

Sobra decir que esta cinta estuvo nominada a Mejor Largometraje Documental en los Premios Oscar, los Premios César y en los Goya; y que en el Festival de Cannes obtuvo el Premio Especial del Jurado y en el Festival de San Sebastián el Premio del Público. Lo que nunca está de sobra, es acercarse una y otra vez a las distintas disciplinas artísticas como una opción referencial para comprender la realidad y, a partir de ello, resguardar ese precario pero absolutamente necesario “vivir compartido”.

Ficha Técnica:
País: Francia
Coproducción Francia, Brasil, Italia
Fotografía: Hugo Barbier, Juliano Ribeiro Salgado
Edición: Maxine Goedicke, Rob Myers
Música: Laurent Petitgand
Sonido: Régis Muller
Guion: Wim Wenders, Juliano Ribeiro Salgado
Producción: David Rosier, Win Wenders
Año: 2014

Artículo originalmente publicado en La Jornada Maya, versión digital para Yucatán, Campeche y Quintana Roo, con fecha 25 de junio de 2015. 

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