Ley Mordaza o silencio preventivo
“Los padres siempre pensamos en el futuro de nuestros hijos, pero yo no
puedo”
Eva María Valverde
“Hay una estrategia de represión mucho más dura que antes”
Rubén Fernández
Historias de la crisis, El Diario, España.
Dicen que prevenir,
anticiparse astutamente al hecho, siempre resulta menos costoso que reparar,
que tratar de enmendar o de parchar el yerro. La Ley General de Seguridad
Ciudadana en España, la llamada Ley Mordaza, es justamente eso, un acto de
prevención del gobierno derechista de Mariano Rajoy para evitar que los
colectivos sociales de oposición al régimen, denuncien o protesten una controvertida
política de austeridad que, en su informe Trabajo en el Mundo 2012, la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) señaló como riesgosa e inadecuada
si lo que se pretende es reducir el déficit de empleo y generar mayor
crecimiento económico.
Una Ley que abiertamente “no
mola” con los ideales democráticos de la generación de la ruptura, aquella que en
2011 comenzó a producir los cambios sociales y culturales que en 2015 hicieron
posible el triunfo electoral de personajes como Manuela Carmena (Madrid, 1944)
y Ada Colau (Barcelona, 1974), esta última quien por cierto fue miembro de la plataforma
ciudadana Barcelona en Comú y estuvo presente -con su hijo casi recién nacido-
en la histórica manifestación del 15M. Si Colau pretendiera, como entonces,
tomar las plazas para luego recuperar las instituciones, sería un sujeto
tremendamente sancionable. Mejor que ni lo intente. Multas de hasta 600 mil
euros (10 millones de pesos) por protestar en las inmediaciones de cualquier
sede gubernamental; sanciones por realizar plantones en calles centrales,
fotografiar, filmar o difundir imágenes de policías, boicotear el servicio del
aeropuerto, frenar un desahucio o escalar un edificio, es lo que le espera, sin
importar su nivel de ingresos, a cualquier ciudadano español que desee ser
protagonista de un movimiento de resistencia civil pacífica.
Se acabaron “las sentadas”
como forma de expresar la agudeza con la que la crisis económica golpea no solo
los bolsillos, sino el espíritu de un pueblo que aún se mira doliente las
cicatrices que dejó el franquismo. “Tenga cuidado” es la señal preventiva, amarilla
con símbolos negros, en forma de diamante y con las puntas redondeadas, que
indica el peligro en el camino si una persona, por ejemplo como Íñigo Errejón
Galván (Madrid, 1983), ahora Secretario Político de Podemos, optara por
resistirse a la disolución de una reunión o manifestación en cualquier lugar
público. La renovación de la sociedad es un riesgo que no se puede permitir la
mayoría absoluta del Partido Popular (PP), una “mayoría” que aprobó esta ley,
vigente en toda España a partir del miércoles primero de julio.
¿Nos debería importar todo lo dicho?
Por supuesto. Algún día, en México, no será suficiente con sacar del aire a una
periodista como Carmen Aristegui y algún día, en España, no bastará con
criminalizar la protesta social para acallar las voces disidentes. Tal vez sea
el momento propicio para que mexicanos y españoles establezcamos nuestras
propias medidas de prevención, a fin de equilibrar las fuerzas frente a
posibles retrocesos derivados del actuar de aquellos que no admiten crítica, los
que realizan un ejercicio autoritario del poder y pretenden convertir la
libertad de expresión en material nostálgico. Ellos ya nos mostraron la vía: prevenir,
anticiparse astutamente al hecho, siempre resulta menos costoso que reparar,
que tratar de enmendar o de parchar el yerro.
Antes de que caigamos “al pozo
donde muere la alegría”, como versa José Hierro, démonos el lujo de pensar.
Artículo publicado originalmente en Homozapping, el 03 de julio de 2015.
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