Vecinal: cada ciudad puede ser otra
© G. Serrano.
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El mundo tiene sus lenguajes encriptados. Las artes
y las humanidades son uno. Lenguajes para decir “esto sucede, esto nos
atraviesa la vida, estos somos nosotros y en estas cosas creemos”. El teatro es
uno, uno de esos lenguajes con los que comunicamos una mirada de millones, una
sospecha de miles, una sugerencia de cientos y una pertenencia de tantas, la
propia. Y dentro de las artes escénicas, el teatro de la calle, la
escenificación, representación o dramatización que ocurre al aire libre en
dilatadas y pajareras plazas, diminutas colonias y sobrepoblados suburbios,
barrios antiguos y recientes fraccionamientos, o parajes desdeñados, también
encuentra sus particulares modos de dar sentido a la cotidianidad y traspasar
con amabilidad las fronteras, para encontrarse con aquellos que no suelen
frecuentar los recintos culturales convencionales.
El teatro callejero acontece generalmente en las
ciudades que –nos dice el poeta granadino Luis García Montero– “se hacen
de hormigón y de cristal / de lugares extraños y gentes ocupadas / en todas
crece un árbol / delante de la casa de un suicida / y hay niños que acostumbran
dormirse soñando con un perro”. Núcleos citadinos en los que, nos explica, “no
faltan desayunos en hoteles lujosos / ni tampoco familias con jardín / pero son
más frecuentes / los portales oscuros con parejas de novios / el beso frío / la
rosa de cemento en la ventana”. La ciudad como temática y el teatro itinerante
como medio, son dos afanes que llevaron al grupo de artistas Síndrome Belacqua
a realizar todo un proyecto de antropología social que culminó en Vecinal, la
puesta en escena para dialogar sobre una fascinante urbe que no deja de
extender sus raíces: Mérida.
El sábado 15 de agosto, Vecinal se presentó en el
parque Artículo 123 (calle 43 por 48, La Plancha) para narrar el transcurrir
del minutero en la colonia Vicente Solís, en la Pensiones, en el Barrio de
Santiago, en la Sambulá, en la Mulsay. Para hablar de Don Guacho, el tendero, y
de cuando las calles pertenecían a los niños, las casas no eran todas iguales y
las parejas tenían conversaciones y no sólo intercambios de palabras. Los
actores Ulises Vargas, Majo Pasos, Susan Tax y Nara Pech, llevaron a un
reducido grupo de espectadores por los entresijos del fraccionamiento Francisco
de Montejo, de la Xoclán, de Altabrisa y de La Huerta, para recordarles que en
otra edad esta capital fue una gran alameda a cielo abierto y no un
congestionado e inmenso estacionamiento. Para decirles que “en el sur los días
son muy largos” y que ciertos lugares sólo se mencionan en las páginas de
sociales, mientras otros, siempre aparecen en la nota roja de los diarios.
Pensar la geografía urbana que se habita, donde
crecen y se hacen mayores los hijos, a la que llegan nuevos residentes de
remotas latitudes. Repensar si el implacable progreso es en verdad deseable, si
la convivencia aún es posible y si el referirse a Mérida significa lo mismo
para los pobladores del centro que para los del norte o los del oriente. El
mundo tiene sus lenguajes encriptados, Vecinal es uno. Eficaces formas de
transmitir un mensaje, contar confidencias y generar reflexión. De pensar y
repensar para llegar, sin instructivo, a un poema de Mario Benedetti y al más
tremendo de los corolarios:
Cada ciudad puede ser otra
cuando el amor la transfigura.
Cada ciudad puede ser tantas
como amorosos la recorren.
El amor pasa por los parques
casi sin verlos, amándolos
entre la fiesta de los pájaros
y la homilía de los pinos.
Cada ciudad puede ser otra
cuando el amor pinta los muros
y de los rostros que atardecen
uno es el rostro del amor.
Y el amor viene y va y regresa
y la ciudad es el testigo
de sus abrazos y crepúsculos
de sus bonanzas y aguaceros.
Y si el amor se va y no vuelve
la ciudad carga con su otoño
ya que le quedan sólo el duelo
y las estatuas del amo.
Cada ciudad puede ser otra, la que erijan sus
ciudadanos, es lo que expresan con su arte estos creadores de confluencias.
Después de callejear por 26 zonas de esta metrópoli, Síndrome Belacqua iniciará
un segundo ciclo, ahora presentándose en diversas instituciones educativas con
la mira puesta en hacer trepidar las mentes de niños y jóvenes, las futuras
generaciones de urbanistas, profesionales y amateurs, que tarde o temprano
diseñarán el devenir de esta tierra estimulante, generosa y cada vez más
mestiza.
Artículo publicado originalmente en La Jornada Maya, el 18 de agosto de 2015.
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