Reseña: El árbol más frondoso y hospitalario
Recién presentado en el marco del Día
Internacional de las Mujeres Indígenas, “Testimonios de mujeres indígenas encontextos migratorios: liderazgos e identidades colectivas y de género”, obra publicada por
el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, A.C. a través de su Programa de
Mujeres Indígenas (PROMUI) y con el apoyo de la Fundación Ford, es un texto sencillo
y honesto que nos habla de la esperanza transformada en posibilidades.
Posibilidades que surgen del deseo insaciable de superación de mujeres que han
optado por reconocerse a sí mismas como el punto de partida para impulsar el trabajo
colectivo.
Se trata de mujeres perceptivas, cuya profunda
mirada nos acerca a historias personales que se conectan con otras historias comunitarias
que, con frecuencia, quedan ocultas detrás de las estadísticas y las notas
periodísticas sobre migración. En su conjunto, los reveladores testimonios de Cielo
Gómez, Ofelia Pérez, Erika Candia, Juana Domínguez, Genoveva Díaz y Lorenza
Gutiérrez, constituyen todo un estudio etnográfico de la situación actual que
viven quienes se ven en la necesidad de dejar su tierra natal en busca de
mejores oportunidades; pero además, ofrecen al lector elementos informativos e
interpretativos que abonan a la comprensión de la problemática que atraviesan las
mujeres indígenas y no indígenas al salir de sus comunidades y enfrentarse a
una sociedad poco incluyente y respetuosa de los derechos humanos.
Ante el discurso estigmatizador, de
violencia y exclusión, ellas nos ofrecen una propuesta alternativa e
incluyente, basada en el liderazgo y el reconocimiento de su identidad. Experiencias
de vida que después de un largo y duro aprendizaje, han dado como resultado la
creación de diversas redes de colaboración capaces de traspasar los límites
fronterizos e institucionales, para utilizar la inteligencia colectiva en el
desarrollo de nuevas estrategias y modelos de participación social. Son
protagonistas que alimentan con sus palabras, ciudadanas creadoras cuya
influencia ha servido para generar conciencia y reflexión. Mujeres firmes y
propositivas que, a pesar del entorno hostil al que se han enfrentado,
decidieron retomar la práctica colectiva y recuperar la confianza mutua para
construir espacios de crecimiento común dentro de distintos contextos
migratorios.
Sin duda, la lectura de cada relato nos
lleva a valorar el poder del pensamiento y la capacidad de contagiar a otros
desde las emociones para forjar realidades más allá de los discursos. Así es
como seis mujeres se han dado a la tarea de unir personas, tecnologías,
conceptos y saberes de diversa índole, generando las condiciones necesarias
para que el encuentro entre migrantes suceda y, a partir de ello, iniciar
procesos de colaboración con y desde las personas, que representen la
heterogeneidad de la población mexicana de un modo abierto y sin dejar de lado
los elementos interculturales, generacionales, étnicos y de género que también
están presentes.
Guerrero, Oaxaca y Chiapas, los estados que
concentran la mayor pobreza de nuestro país[1],
son el origen de estos esfuerzos cotidianos de quienes aprendieron a
resemantizar las palabras y ahora se asumen como mujeres, indígenas y
migrantes, pero no desde una perspectiva de víctima, sino como los atributos
que las han llevado precisamente a convertirse en puentes de entendimiento y,
por qué no decirlo, de complicidad, para sensibilizar a una sociedad cada vez
más desacostumbrada a escuchar al otro y a reflexionar sobre los asuntos
públicos, aquellos que nos competen a todos.
La vocación de servicio de Cielo es evidente,
así como innegable la capacidad de Ofelia para aprender de otros actores
sociales. Erika nos muestra una enorme visión; es decir, el poder visualizar un
destino antes de comenzar a andar el camino. Sin así proponérselo, en cada
línea Juana deja expuesta su tremenda fuerza, Genoveva su intensa dedicación y Lorenza,
la entereza que se necesita para defender no sólo los derechos laborales de un
sector social, sino aquellos inherentes a cualquier individuo. Pero los suyos
no son casos aislados ni liderazgos producto de circunstancias o condiciones excepcionales;
por el contrario, nos encontramos ante una pequeña muestra de los aportes, a
veces silenciosos pero constantes, de hombres y mujeres que han descubierto que
los valores, símbolos, creencias y costumbres propios se ven fortalecidos en la
medida en que también somos capaces de reconocer los ajenos y defenderlos.
Hoy, a unos cuantos días de haberse
celebrado la Conferencia Mundial de los Pueblos Indígenas en la sede de la ONU,
en Nueva York, aún son muchos los obstáculos que faltan por superar para lograr
el pleno reconocimiento de sus derechos políticos, sociales, económicos,
laborales, colectivos, culturales y ambientales; sin embargo, no podemos negar
que los testimonios de estas mujeres son en sí mismos un avance, un acicate que
debe mover fibras en sus lectores, con miras a impulsar el diseño de políticas
públicas que se traduzcan en normas, mecanismos y acciones que les permitan el libre
ejercicio de sus derechos.
Las suyas son voces que revelan más de lo
que se lee; sonrisas cálidas y tan comunicativas como la diversidad cultural que
hay en México. Seres humanos en quienes la migración ha dejado una huella
indeleble. Cielo, Ofelia, Erika, Juana, Genoveva y Lorenza, ya son otras
totalmente distintas, su compromiso las ha transformado profundamente y, a su
vez, ellas han aprendido a hacer lo mismo en su entorno más cercano,
visibilizando a los y a las migrantes, trabajando de cerca con ellas y ellos para
restituirles su identidad, para que no sean más un número. Cada vez que las pienso, tengo la imagen mental de un árbol que comenzó pequeño y frágil, pero
que con el paso del tiempo, nos muestra extendidas sus largas ramas y en medio
del paisaje, se distingue por ser el árbol más frondoso y hospitalario.
Nota: Este artículo también lo puedes encontrar en el Suplemento Todas Núm. 80 Octubre, Año 2014 del Instituto Nacional de las Mujeres, publicado por Milenio Diario.
Nota: Este artículo también lo puedes encontrar en el Suplemento Todas Núm. 80 Octubre, Año 2014 del Instituto Nacional de las Mujeres, publicado por Milenio Diario.
[1]
Fuente: Instituto Nacional de Estadística
Geografía e Informática (INEGI). ENGH MCS 2010 y 2012, base de datos. Con base
en la metodología multidimensional de la pobreza de CONEVAL.
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