109 individuos pueden hacer la diferencia. Ni siquiera se necesita que sea una comunidad entera o toda una nación. Así lo hicieron evidente un viernes por la noche, el primero del mes, cuando la gente colmó el lugar, La Tabacalera, en Madrid, para observar sus obras y aportar un poco de pasta, un dinero a la causa de otro que se convirtió en la de ellos. 109 miradas fotográficas ̶ en su mayoría españolas ̶ para ayudar al amigo mexicano, al fotógrafo poblano Hugo Ortuño Suárez, que lucha contra uno de esos tumores malignos, agresivos y rápidos, que los médicos llaman angiosarcoma. La historia es sencilla, como son los relatos que en su modestia entrañan lecciones de las que se aprenden cosas valiosos, sobre la vida, sobre uno mismo: Hugo se graduó de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), luego obtuvo una beca para estudiar su maestría en la Universidad Rey Juan Carlos y más tarde comenzó a trabajar para la agencia EFE. Así, hasta que en 2015 llegó ese monstruo bulímico que devora por dentro los cuerpos, el cáncer.
Pero antes Hugo trabó amistad con
fotógrafos de otros medios como El País, El Mundo y La Vanguardia. Profesionales
ganadores de premios como Photopress, Rey de España y World Press Photo; aspecto
que en realidad carece de relevancia e, incluso, es vulgar mencionar porque lo
que este ser humano encontró fue, básicamente, otros seres humanos que no lo
dejaron solo en la desdicha y organizaron una exposición para ayudarlo con los
gastos de su tratamiento. #todosconHugo
fue el hashtag, la etiqueta con la que convocaron a más colegas que, sin
dudarlo, se sumaron a la iniciativa y donaron una imagen que los asistentes
pudieron adquirir por 70 euros, unos 1,400 pesos mexicanos. Qué bien ̶ pensé ̶ mientras contemplaba el apresurado caminar de una
chica española que momentos antes bajó de un taxi y me preguntó si allí era el
evento. Qué bien, 109 usuarios de las redes sociales, proponiendo algo más que
lamentarse en Twitter por el costo de los medicamentos que Hugo debe comprar y que
tampoco se contentaron con subir una frase de Paulo Coelho o del Dalái Lama a Facebook.
109 fotógrafos que no fueron indiferentes a las dificultades de un compañero.
109 españoles a quienes la nacionalidad ̶ la suya y la de Hugo ̶ no les impidió hacer lo que se supondría en otros
tantos casos.
Escribió Walt Whitman: “La vida
es desierto y oasis / Nos derriba, nos lastima / Nos enseña”. Qué bien, más de
un centenar eligiendo ser oasis cuando la contundencia de lo que se mira
alrededor, indica que la humanidad igual adolece un proceso descontrolado en la
división de sus células, una modalidad de cáncer, más temible y letal, que
paulatinamente nos está transformando en una especie con el corazón estéril y
en habitantes de un mundo ̶ también ̶ cada vez más erosionado, desértico.
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Artículo originalmente publicado en Homozapping, el 7 de abril de 2016.
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