Noche dominical (apuntes de verano 7)
© G.
Serrano.
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Extracto de un domingo solitario, dando vueltas por el centro de una ciudad con los ojos del que no sabe, del que ha llegado de fuera:
El lugar: una plaza
La hora: 22:45 horas
El personaje principal: una joven flautista
Los personajes secundarios: tres perros
El escenario: tres cobijas sucias extendidas sobre el piso
La escena: La joven flautista interpreta –exquisitamente con una flauta dulce– “El cóndor pasa”. Mientras lo hace, una mujer se acerca y le entrega un billete. Ella, apenada, le devuelve una sonrisa y un “Muchas gracias señorita, muchas gracias”. La mujer da unos pasos hacia atrás y luego responde: “Cuídate, necesitamos de ti”.
Escuché decir a Alberto Arce, periodista español de 39 años, que la única manera de conocer un país es salir a la calle; es romper la frontera invisible que separa al extranjero del local. “Montarte en un taxi, montarte en un autobús y salir a la calle, salir a los mercados, salir a los barrios, salir a las colonias y escuchar a la gente de verdad”. Se refería al tiempo que pasó en Honduras, pero igual aplica hoy, para esto que vi caminando, por la noche, en una plaza como cualquier otra.
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