Fin de año 2016
© G. Serrano
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Es complejo ser un ser humano, ¿no les parece? ¡Tan pocas veces atinamos! Pero son esos minutos en los que logramos coincidir -en el saludo, con una mirada, durante cierta conversación, mediante una fotografía o quizás después de un mezcal- a los que siempre nos aferramos para continuar. Además, son nuestras excusas para permanecer cerca.
Termina el año y la humanidad parece tan estrecha de miras, tan vacía de espíritu, tan llena de comodidad. Esto de vivir es, a menudo, como pisar arenas movedizas en lugar de suelo firme.
En el camino perdemos personas, nos equivocamos, rompemos el corazón de alguien, alguien rompe el nuestro, enfermamos. Pero no solo eso, hay más: soplos de existencia tan bellos -diría el poeta- “como el delantal gastado de una madre y las palabras que siempre hemos querido escuchar”.
Leo los versos de Jorge Teillier, y pienso que sí, que nuestro mundo asemeja “una puerta herrumbrosa cubierta de azáleas”. Pero no solo eso, hay más:
Un vaso de cerveza,
una piedra, una nube,
la sonrisa de un ciego
y el milagro increíble
de estar de pie en la tierra.
Todo forma parte del paquete, lo realmente significativo -así lo creo- es saber qué queremos hacer con eso y qué sentido daremos a esta maravillosa imperfección. Mi brindis de esta noche será porque cada quien encuentre su respuesta. Y, si no, porque nunca dejen de buscarla. Salud.
Imagen: Toledo, © G. Serrano.
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