Hacer barrio: sucedió así

Barrio de Lavapiés, Madrid 2016 © Gloria Serrano

Para Adela y los amigos del procomún



Uno más uno, decimos. Y pensamos:

una manzana más una manzana,

un vaso más un vaso,

siempre cosas iguales.



Qué cambio cuando
uno mas uno sea un puritano
más un gamelán,
un jazmín más un árabe,
una monja y un acantilado,
un canto y una máscara,
otra vez una guarnición y una doncella,
la esperanza de alguien
más el sueño de otro.

Sumas, Ida Vitale



Vivo en el barrio multicultural de Lavapiés, en Madrid. Aquí, el miércoles por la tarde detuvieron a uno de mis vecinos que días antes había asaltado a una mujer. La escena fue más que triste porque al momento de la detención lo acompañaban sus hijos, dos pequeños. Entonces, varias personas se acercaron para distraer a los niños, para ofrecerles un refresco, para tranquilizarlos. La policía hizo su trabajo de manera discreta y uno de ellos, incluso, se inclinó para decirle al niño que era un chaval muy valiente.

"No te asustes, nuestro padre va a trabajar" — le insistía el niño a su hermana menor.

Para mí, esto significa "hacer barrio", construir comunidad. Dentro del caos cotidiano, esta fue una lección —humilde, experiencial, amateur— de lo que sucede en nuestras ciudades y pocas veces se publica.

Escribe el periodista Bernardo Gutiérrez que: "Entre el desde y el para, la ciudad es una constelación de matices. Quienes desean “desde”, formulan ciudades invisibles que los técnicos municipales raramente consiguen ver. Esbozos de ciudad, ángulos imprevistos, pliegues sorprendentes, perspectivas inusuales, detalles que son mundos". 

Tiene razón. Precisamente, esos "detalles que son mundos" me inspiran a recorrer las calles con el ánimo de mirar y escuchar las historias que la ciudad tiene por contar. Historias como esta que, a veces, derivan en escritos personales, como el que —no sé por qué razón— ahora les comparto: 

¿Qué es?

¿Es mi vestido aireándose desde Montera hasta Lavapiés? ¿Son mis cabellos despeinados? ¿Es el tremor de los tambores en Mesón de Paredes? ¿Es el chico asiático orinando detrás de un bote?

¿Qué es? —pienso— ¿Es ese hombre de piel negra radiante que tanto contrasta con su túnica de un blanco impoluto? ¿Es aquello que yo miro y otros ya no? ¿Es mi asombro frente a la impasibilidad, frente al silencio administrativo de muchos?

No lo sé, pero nunca había querido tanto a una ciudad.

¿Son esas españolas amigas, mis cómplices, resueltas a defender nuestro legítimo derecho a sentirnos seguras cuando caminamos por el barrio?

¿Es el calor del verano que se impone y atosiga? ¿Son nuestros miedos y los de todos? 
Díganme, ¿qué es?

¿Es esa pareja de ciegos conquistándose en Chueca?

"Los truenos me dan miedo" — dice la niña a su madre. Yo voy detrás de ellas, subimos las escaleras. La señora sonríe.

¡SONRÍE cuando ayer detuvieron a su marido por robar¡¡SONRÍE! A mí y a sus hijos que son mis vecinos y viven en la planta de abajo.

¿Qué es? ¡Son todos ellos! Es esta humanidad que se incrusta en el pecho.

¡Todavía los veo! Sin necesidad de leer un tratado entero sobre urbanismo o “ciudades inteligentes”, sin pensar si sus vidas se traducirán en una crónica o en un reportaje, sin saber si he de escribir de ellos o no, sin saber si alguien habrá de leer lo que escriba o no.

¡LOS VEO! Así, sin más.

Aún no soy cínica. Rezo —sin tener un dios— para no volverme cínica. Rezo —yo atea— para no dejar de mirar, de percibir toda la diversidad que está a mi alrededor. Y bendigo este instante, este sol abrasivo, este estar —este seguir oteando— en Madrid y desde Lavapiés. 


Para mí, son estas manifestaciones de vida que nos alivian los ojos cansados.






Comentarios

  1. Gracias mi Gloria linda, gracias <3

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  2. Me encantó! cuánta sensibilidad para escribir y para transmitir lo que observas y sientes...grandes historias que transcurren instante a instante y que ojos atentos pueden observar para luego compartir. Un saludo desde Yucatán, México.

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