El periodismo no es como vender pizzas
© G. Serrano |
"En la web se hace todo como si fueran rosquillas, como si fueran churros, pocas veces con la calidad que se merece cada historia, como si fuera fábrica de tornillos", Gervasio Sánchez.
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Sucede así, en cualquier parte: el domingo por la tarde, tres jóvenes conversaban en un bar cercano al río Manzanares. Eran dos chicas y un chico que hablaban de cómo aprovechar el tráfico en internet para visibilizar su trabajo, su currículum, su marca personal. Entonces escuché decir a una de las chicas: “De verdad, mi sobrina es adicta a la tablet. El tiempo libre lo pasa pegada a la tablet. La otra noche tuve que pedirle que la dejara porque estábamos cenando”.
Días antes, en el tren que viaja
de Madrid a Málaga, las conversaciones de los pasajeros giraban, básicamente,
en torno a dos temas: el económico y la productividad laboral. Sin importar su
edad, la mayoría usaba el móvil, la tableta o el ordenador portátil: hacían
llamadas, enviaban wasaps, revisaban su correo electrónico o sus redes sociales,
escuchaban música, se entretenían con un video. En un par de ocasiones, vi que una
mujer hizo el intento de leer un libro impreso, pero interrumpió su lectura
para mirar ese dispositivo delgado y pequeñito que se ha convertido en una
extensión de nuestro cuerpo.
¿Cómo altera —o
determina—
esta circunstancia nuestra forma de relacionarnos y mirar —o
habitar—
el mundo?
Para la socióloga Saskia Sassen
la digitalización representa la gran revolución de nuestra era, acompañada y
regida por el predominio de las altas finanzas; es decir, por una economía
global que ha sobrepasado la capacidad de gestión de los Estados. Es este
contexto, es esta y otras preguntas las que también hacen pensar al filósofo
Alain Badiou en la necesidad de corromper a la juventud con lecciones
revolucionarias que la separen de los tres imanes que, desde su perspectiva,
tienen magnetizadas a las sociedades contemporáneas: placer, dinero y poder. Tres
elementos que igual han permeado la práctica periodística y de los que debatieron
en Málaga quienes se dedican profesionalmente a informar y a contar la vida.
V Congreso Internacional de Periodismo, Fundación Manuel Alcántara, Málaga, España 2017. © G. Serrano |
Durante dos días, el V Congreso Internacional de Periodismo,
organizado por la Fundación Manuel
Alcántara, fue el pretexto para analizar la crisis del mejor oficio del
mundo, uno que en otros tiempos se impuso como el cuarto poder y ahora asumen
en franco desprestigio, en el que los profesionales de la pluma y la lente realizan
su labor bajo las condiciones más precarias y luchando por recuperar —o ganarse—
un espacio dentro de Internet y la cultura digital que trajo consigo nuevo
software, nuevas experiencias, nuevos modos de lectura, nuevos códigos y nuevas
formas de preservar, archivar y difundir —o viralizar— los contenidos
circulantes.
“Solo vemos el lado superficial
de la tecnología” Magdalena Trillo
El marco era estupendo. La tarde del
jueves 26 de octubre fue soleada y de cielos azules. En las calles cercanas a
la Plaza de la Marina los turistas paseaban o hacían fotos, y los locales
disfrutaban con la calma del panadero de una ciudad que a pesar de las obras
públicas desconoce lo que es perder el encanto. Dentro, en la sala Oyarzábal en
la segunda planta del Palacio Provincial de la Diputación de Málaga, Gumersindo Lafuente (eldiario.es), Enric González (El Mundo),
Magdalena Trillo (Granada Hoy) y Javier Caraballo (El
Confidencial), con la moderación de Teodoro
León Gross (El País), abrían la
jornada respondiendo a la pregunta: ¿Un periodismo en crisis puede hacer el
periodismo de la crisis?
Este pluriloquio resultó más
catártico que analítico y más reiterativo que renovador. Magdalena Trillo habló
de un “periodismo de supervivencia” en medio de la incertidumbre, la crisis
institucional y la económica. Una “tormenta perfecta” —dijo— que para sortearla precisa de
reivindicar los valores del buen periodismo para conseguir la confianza del
lector. También apeló a hilar más fino en las reflexiones para no depositar el
futuro de la profesión en los dispositivos con los que ahora cuenta.
En oposición, Gumersindo Lafuente
centró el concepto de innovación en el uso exclusivo de la tecnología que,
comentó, puso al periodismo en un escenario por completo diferente que los
periodistas no supimos interpretar a tiempo. Su análisis —de
momentos escueto y generalista— giró en torno al periodismo que hace de la
noticia un espectáculo.
“Síndrome de inmunodeficiencia
social”, fue el diagnóstico de Javier Caraballo respecto de las audiencias que
privilegian la opinión y las emociones frente a los hechos. Sobre las
dificultades de los medios para financiar sus contenidos, Enric González
puntualizó que, si hacemos memoria, el periodismo per se nunca ha sido rentable, pero sí la publicidad que se incluía
en las páginas de los diarios y se ha escapado con la misma velocidad que el
agua de lluvia por la alcantarilla.
V Congreso Internacional de Periodismo, Fundación Manuel Alcántara, Málaga, España 2017. © G. Serrano |
“Café, constancia y cariño” – Antonio
Rubio
Un auditorio donde predominaron los
estudiantes de comunicación recibió a los participantes de la segunda mesa,
tres personajes detectivescos que fueron invitados para compartir sus nociones
en materia de periodismo de
investigación y periodismo de datos.
“Del Watergate a los Papeles de Panamá”,
se tituló esta charla que condujo Borja
Bergareche (Vocento) y que develó
los entresijos de un quehacer que ha logrado resistir al naufragio a base de
rigor, perseverancia y compromiso.
Clara
Jiménez (Maldito Bulo), dijo
que su tarea radica en investigar para verificar noticias y desmentir
argumentos o informaciones falsas con datos. Antonio Delgado (Datadista)
agregó que también se trata de buscar patrones y tendencias de navegación por
la red y, posteriormente, utilizar diversos formatos para hacer comprensibles
los resultados extraídos de las averiguaciones. “Es mirar atrás y mirar hacia
adelante”, indagar en el pasado, documentar el presente, hacer periodismo
tradicional apoyados de las nuevas tecnologías, comentó Antonio Rubio (Asociación de Periodistas de Investigación, API) con
el tono grave, puntual y explosivo de un Sherlock Holmes contemporáneo que permanece
atento a las gestiones de los monopolios empresariales, al uso de los fondos
gubernamentales o a la influencia de los algoritmos. Todo, para ofrecer una
contranarrativa que permita a los ciudadanos tomar decisiones con base en
hechos demostrables.
Marcos
García Rey (El Confidencial,
Papeles Panamá) aprovechó la oportunidad para hablar de la seguridad: la
protección de las fuentes, de los colegas que participan en las investigaciones
y de los propios datos que se obtienen, a fin de “trabajar globalmente de forma
segura”. Los panelistas coincidieron en la necesidad acuciante de frenar el
paso si es que se pretende comprender una realidad tan compleja como la actual,
y Antonio Rubio cerró las intervenciones con esta frase que condensa la presión
diaria y el grado de sistematización que se requiere para hacerse de
información confiable: “Café, constancia y cariño”.
V Congreso Internacional de Periodismo, Fundación Manuel Alcántara, Málaga, España 2017. © G. Serrano |
“Ser una máquina de mirar” – Leila
Guerriero
¿Cómo contar la experiencia? ¿Cómo
explicar el vínculo entre la vida privada de cierta persona y la esfera
pública, la del nosotros? O, en otras palabras, ¿cómo hacer de la circunstancia
o hecho individual un aprendizaje social?
Para el periodista Martín Caparrós no
es lo mismo hablar en primera persona
que hablar de la primera persona. Una
simple preposición define el propósito. Saber quién y por qué escribe; saber
que detrás de cada palabra hay un ser humano que muestra una, su mirada de
todas las posibles, que nos dice “este soy yo y esto es lo que veo”, es uno de
los rasgos que tienen las crónicas sin límite de caracteres.
Eso hicieron García Márquez y Rodolfo
Walsh. Martha Gerllhorn y Oriana Fallaci. Piensen otros nombres. No se trata de
narcisistas en potencia, pero sí de hombres y mujeres que tenían algo por
decir, que asumieron una postura, un compromiso ante su época. Generosos en
pensamientos, ricos en emociones, sus vivencias modelan el modo subjetivo de
narrar y hacen que surja la codiciada “voz propia”. Digamos que en el objetivo —the purpose— y en el acercamiento —the approach— del cronista radica su grado de pretensión o
de arrogancia. También el éxito o el fracaso al comunicar.
“Durante la lucha, mis simpatías no
eran neutrales. Pero, al trazar la historia de estas grandes jornadas, he
procurado estudiar los acontecimientos como un cronista concienzudo, que se
esfuerza por reflejar la verdad”, escribió John Reed sobre la Revolución de
Octubre en 1917. Pero, regresando al presente, ¿cómo hacer del periodismo una
herramienta social de producción de conocimientos y no solo de información? ¿De
memoria y no solo de fragmentos efímeros de historia? ¿Cuáles deberían ser sus
prácticas, sus métodos y sus formas de argumentar los hechos, la existencia en
sus diversas manifestaciones?
Periodismo
de inmersión: las realidades invisibles, fue el tema del que hablaron los
periodistas David Jiménez, Ander Izaguirre, Roberto Herrscher y Leila
Guerriero con la compañía de María
Angulo.
David Jiménez comenzó diciendo que de
poco sirve poner apellidos, bautizar al periodismo: de datos, literario, de
inmersión. “Se debe regresar a los lugares. A un buen periodista le importa la
gente de la que escribimos”, comentó. Ander Izaguirre dijo que es necesario
“ver más allá de lo que queremos ver. Ver esos mundos callados”. Y que a él le
gusta “perder el tiempo” haciendo periodismo. Para Leila Guerriero uno mismo es
una construcción, el contexto del periodista determina su mirada. Pero el
reporterismo “no debe ser un viaje egotrípico ni para reafirmar un prejuicio.
De cualquier manera, al hablar de otro también hablamos de nosotros mismos”,
afirmó con la contundencia y sobriedad que la caracterizan. Esperar para
alcanzar el momento de intimidad con los entrevistados y ser una máquina de
mirar —porque no hay temas, hay miradas— fueron dos de los consejos que
ofreció a los asistentes.
Roberto Herrscher añadió que también
es útil tomar como base las expresiones que más llaman nuestra atención, las
que permanecen y retumban en la cabeza. Sobre la marea informativa, dijo que
antes vivíamos una suerte de sequía que en lo que va del siglo se ha
transformado en inundación. Por eso sugirió que la función del periodista es —o
debería— servir de filtro, extraer agua potable de la que se encuentra anegada.
Para lograrlo, David Jiménez escribe con tres haches: humildad, humildad,
humildad. Y Ander Izaguirre lo hace cuidando el matiz, sin caer en los
previsible y buscando no solo generar emociones pasajeras en sus lectores.
Así dibujaron el arte de contar
historias en toda su vastedad, y sucedió frente a un público que los escuchó en
silencio, con el interés y respeto que se gana quien escribe suave para dejar
una estela profunda; no en las redes, sino en la vida cotidiana de la gente.
V Congreso Internacional de Periodismo, Fundación Manuel Alcántara, Málaga, España 2017. © G. Serrano |
“El periodismo: una pata de elefante,
una pata de cigüeña” – Gervasio Sánchez
Al día siguiente, el segundo de congreso,
Málaga amaneció fresca y bella, con el mar a sus pies. Nosotros, los
periodistas, continuamos elucubrando qué hacer para no dejar morir el empeño
que más amamos. Resulta inevitable: no fue con la impotencia de quien recibe un
diagnóstico funesto, pero sí con la nostalgia que se experimenta al escuchar
una canción de la adolescencia, o al pasar frente a ese bar que ya no existe o
al oler un perfume que nos recuerda el rostro que se ha ido.
Para dialogar de Guerras y conflictos olvidados en la agenda del periodismo en crisis,
¿y ahora quién cuenta el mundo? llegaron hasta aquí los corresponsales Mayte Carrasco, Gervasio Sánchez (Heraldo de
Aragón), Xavier Aldekoa (La Vanguardia), Ane Irazabal y Agustín
Rivera (El Confidencial en
Andalucía). Hablaron de las dificultades económicas para dar cobertura in situ a distintos acontecimientos y de
la visión occidental que determina cuáles son los sucesos que se narran —los
que se vuelven tendencia— y cuáles los que se omiten. Hablaron de la falta de certidumbre
en la información y de que es imprescindible visibilizar incidentes locales en
contextos regionales y globales. Más allá de las anécdotas bélicas que por
temerarias siempre son atractivas, Gervasio Sánchez dijo una frase que resume el
estado del periodismo: “antes, nuestro margen de acción era tan ancho como una
pata de elefante; hoy, es tan angosto como una pata de cigüeña”.
V Congreso Internacional de Periodismo, Fundación Manuel Alcántara, Málaga, España 2017. © G. Serrano |
“Hay territorios que solo puede contar
una mujer” – María Angulo
De patas zancudas, cuerpo esbelto y
pico puntiagudo; en estos tiempos ser cigüeña tiene sus ventajas: son ligeras
en el aire y en tierra se mueven lento. Migrantes permanentes que habitan los
márgenes de los ríos y miran las ciudades en modo panorámico, desde torres y
campanarios. Asimismo, es la actitud del cronista. Como María Angulo que
presentó Inmersiones. Crónicas de viaje
y periodismo encubierto, una obra que camina pausado y mira a los bordes
para poner el foco en los relatos que no aparecen en los diarios, pero que dan
cuenta de lo que nos pasa.
“Es una mezcla de textos y un registro
amplio de voces: de derecha a izquierda para ver la su confluencia, o no.
Buscaba concretar un libro que partiera del reporterismo para documentar distintas
subjetividades”, explicó la autora que en el proceso de edición contó con los
aportes de un contador como Roberto Herrscher, penetrante para percibir
sensaciones y emocionarse ante la estética de un instante o de un sujeto. Ambos
nos metieron en una conversación casi familiar en la que el viaje —como
desplazamiento físico y narrativo— fue el punto central.
Inmersiones es eso,
una zambullida al periodismo hecho por mujeres, pasando por la pionera Nellie
Bly y hasta llegar a Gabriela Wiener. “Las mujeres tenemos una capacidad
particular de empatía. Como antes dijo Leila Guerriero, cada uno viene con un
bagaje que condiciona tu mirada periodística y el género está incluido. Hay
territorios que solo puede contar una mujer”, remató esta cigüeña que insiste
en derribar las barreras que —todavía— separan a las mujeres de los hombres en
la práctica profesional. Para terminar, Roberto Herrscher señaló una verdad que
no puede pasar ignorada: “Son historias de conquista. A las mujeres no les han
regalado nada y este libro es lo que representa”.
V Congreso Internacional de Periodismo, Fundación Manuel Alcántara, Málaga, España 2017. © G. Serrano |
“No hablo de vender pizza con extra
queso. Mi trabajo es contar” - Noemí López
Entonces, ¿estamos sobreinformados o
desinformados? Voces para un mundo en
crisis: nuevos horizontes para el periodismo fue la mesa con la que terminó
este intento de poner en crisis las certezas de quienes nos dedicamos a
comunicar e informar. O mejor, de quienes son estudiantes y esperan a dejar las
aulas para integrarse a las empobrecidas y demandantes redacciones o a
“freelancear” en un ambiente nada idóneo para románticos e idealistas.
Noemí
López (eldiario.es), Pedro Simón (El Mundo), Alba Muñoz (Playground), Jorge Galindo (Politikón)
y Marta García Aller (El Independiente) tuvieron la carga —pesada
a la vez que valiente— de imaginar el futuro mediato del periodismo. En una
primera ronda, Jorge Galindo dijo que se debe negociar entre el criterio y la
inmediatez. Noemí López que debemos extirpar el tema de la crisis y dejar de
contar el “minuto a minuto” para escribir sobre el postconflicto. Alba Muñoz
mencionó que es evidente el hartazgo de las audiencias y que ante la
intoxicación social se requiere reflexión. Parar un momento para pensar.
Pedro Simón nos recordó que la
herramienta del periodista fue, es y será el lápiz. Y citando a Andrés Rábago,
“El Roto”, mencionó que se debe romper con la lógica de “me informo en un
minuto y lo olvido al instante”. Simón dijo que “el periodista requiere una
mirada renacentista” y no una estrecha, como a través de un túnel, la que
incitan las redes sociales, Facebook y Twitter. Fue Alba Muñoz la que marcó el
matiz diciendo que no es posible cerrar los ojos ante la realidad digital. Y
Jorge Galindo quien sostuvo que, ahora como en el pasado, la gente lee para
entretenerse más que para informarse. La diferencia está en que antes se tenía
“cautivo” a un público que en el presente es volátil, aunque en definitiva hay
mayor transparencia.
De nuevo, Noemí López tomó la palabra
para describir sus inicios como vendedora de pizzas y decir que los periodistas
no somos mercadólogos, que el periodismo no consiste en ofrecer extra queso
para ganar más pasta, sino que estamos en el oficio para contar. Lo que es un
hecho, recalcó Simón, es que Internet no es una moda, llegó para quedarse y en
vista de eso a los periodistas no nos queda más que filtrar la información,
incluso en contra y para beneficio de los propios lectores. Marta García, en su
papel de moderadora, no evitó expresar su confianza en un momento que definió
como “una época dorada en la que se tiene mayor libertad de expresión”.
Pero resultó imposible no hacer
alusión a la precarización del periodismo. Los cinco participantes reconocieron
que los periodistas se mantienen de milagro o logran subsistir si complementan
su actividad con otra —impartir clases, dar talleres, trabajar en una empresa.
Simón, el más álgido de todos, insistió en que este cambio de paradigma abarca
a los lectores que de meros agentes pasivos se han convertido en generadores de
contenidos. “Cada persona se vuelve periodista, aunque desconozca el
procedimiento y solo cubra su vida”, dijo con cierto sarcasmo.
“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos”
“(…) la edad de la sabiduría, y también de la locura; la
época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las
tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo
lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos
extraviábamos por el camino opuesto”.
¿En quién confiar? ¿Quién se erige
como autoridad en un mundo interconectado donde una multitud se expresa sin
medida? La respuesta no es simple, pero sí cada vez más clara: el periodista de
toda la vida. Priorizar el periodismo que hace
pensar es la alternativa más viable.
Sin embargo y en balance, nuestra
actitud sigue siendo reactiva. Buscamos adaptarnos al entorno, más no
reinventarlo o alterarlo, como un hacker. No vamos contra la corriente, sino
que nos dejamos arrastrar por ella. Hemos sustituido las calles por Wikipedia
y, si salimos, es para reforzar nuestras máximas creencias. En encuentros como
este escuchamos las mismas voces —en su mayoría masculinas—, sin dar lugar a
nuevas, a otras. Y depositamos demasiada fe en la tecnología, suponemos que la
transformación vendrá por ahí, no de nosotros y de lo que vaciemos en la caja,
sino de la caja.
Por otra parte, el proceso
independentista catalán evidenció el ombliguismo de los medios españoles.
Durante dos días de congreso, nada se dijo del periodismo en España con
relación al que se lleva a cabo en otros países de la región, mucho menos fuera
del continente. La problematización de la crisis giró en torno al periodismo y
dejó fuera a los lectores, a quienes seguimos viendo como masa, como audiencia,
como fuentes, como usuarios, como clics y visualizaciones y tiempos de lectura
y analíticas y…
En suspenso quedó examinar si Internet
es el espacio de las libertades o del control en red. Si nos encontramos ante
un entramado de intercambio y colaboración sorprendente o ante burbujas y
clubes privados que reservan el conocimiento para unos cuantos con este
privilegio. Ante una riqueza informativa en movimiento o una simple conexión.
Migraciones, cambio climático, ciudades democráticas, turistificación, procesos
de paz, iniciativas ciudadanas, Big data, acceso abierto o tecnopolítica fueron
también los grandes ausentes en la discusión.
“Propongo que (algunos de) los
objetivos de la literatura son revelar lo que sabemos, pero no sabemos que
sabemos, y transformar lo que sabemos que sabemos en algo que aún no sabemos”,
explica N. Katherine Hayles en el libro Literatura
electrónica. Nuevos horizontes literarios (Universidad de Notre Dame, 2008).
Quizás estos son los mismos objetivos que se persiguen al realizar eventos como
el V Congreso Internacional de Periodismo. Quizás, en esta ocasión, la lección
para aquilatar no la dieron las figuras consagradas de las letras, sino la
joven periodista que comenzó trabajando en una pizzería y, hasta la fecha, se
aferra a una máxima que podría protegernos del tedio tanto como de la muerte
lenta de nuestra profesión. “Me gusta mantenerme abierta e ignorante”.
Gracias Noemí.
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