"Berta Cáceres, asesinada por el imperialismo"
Pinta en el barrio de Lavapiés, Madrid (2016). Foto: G. Serrano |
“Las montañas temblarán y las selvas se agitarán bajo el poderoso aliento del campesino revolucionario”.
Julio Cortázar
Se necesita ser valiente.
Antes y ahora. Se necesita ser
valiente para convertirse en una de esas personas que se dedican a mirar por
otras personas. Para ser defensor o defensora de los derechos humanos y, de
manera individual o colectiva, alzarse en contra de las injusticias. Se
necesita ser valiente cuando 3500 hombres y mujeres han sido asesinados desde
1998, año en que la Organización de Naciones Unidas adoptó la Declaración sobre
Defensores y Defensoras. Cuando 281 perdieron la vida en 2016. Cuando el 75 por
ciento de los asesinatos ocurren en la región de América Latina.
Se necesita ser valiente cuando
en Internet predomina el discurso de “nosotros contra ellos”. Cuando la
legislación de cada país es ambigua, limita las posibilidades de acción y no
garantiza su seguridad. Cuando las agresiones vienen de los propios gobiernos,
de las empresas, de los grupos armados —vinculados o no al
Estado—. Cuando por agresiones se entienden campañas de desprestigio, troleo en
redes sociales, represalias en el país de origen, vigilancia electrónica,
espionaje, desapariciones forzadas y, por supuesto, homicidios.
Se necesita ser valiente
cuando el acceso de las mujeres al espacio público no es equitativo. Cuando
existe una diferencia en los métodos de ejercer la violencia hacia hombres o
hacia mujeres. Cuando el sesgo es por cuestión de género. Cuando —si eres
defensora— hay acoso, violación, tocamiento. Cuando se ataca directamente a tu
familia. Se necesita ser valiente para
sobrevivir a la pérdida de tu madre. Para tener 25 años y ser activista y
militante del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras
(COPINH). Para frenar el proyecto hidroeléctrico Agua Zarca en la comunidad de
Río Blanco. Para ser miembro del Frente Juvenil Hagamos
Lo Imposible de Argentina. Para “no olvidar, siempre resistir”.
Campaña “Valiente”, Amnistía Internacional. Foto: G. Serrano |
Se necesita ser valiente para
llamarse Laura Zúñiga Cáceres y ser
hija de Berta Cáceres, la líder indígena lenca asesinada en 2016 por su
defensa del medio ambiente, de los bienes naturales comunes del pueblo
hondureño. Y para decir que “las luchas las mueven los pueblos”. Y que —todavía y a pesar— crees en la colectividad. Se necesita ser
valiente para defender el derecho a la felicidad y a la tierra. Para planificar
el futuro y pensar en refundar tu país mediante asambleas y consultas
ciudadanas —de mujeres, de ancianos, de niños—. Para
construir desde abajo y establecer redes de solidaridad. Para denunciar las
concesiones ilegales y detener el extractivismo en territorios indígenas.
Se necesita ser valiente para
manifestar que “si se destruye el planeta, se destruye la humanidad”. Para encarar a un Estado cómplice y enfrentarse
a los banqueros que financian los negocios transnacionales. Para participar en
movilizaciones sociales masivas, sabiendo que se desafía a una estructura
criminal enorme y que los mecanismos de impunidad están incrustados en todo el
sistema. Para ver a tus compañeros encarcelados y mantener la alegría. Para
manifestar que eres un pueblo “luchador y rebelde”, dispuesto a cambiar una
realidad “que huele a miseria y a hambre”.
Valiente es la campaña mundial de Amnistía Internacional para detener
la ola de ataques contra quienes defienden los derechos humanos. El 12 de
febrero, por la tarde, integrantes de esta organización estuvieron en La
Ingobernable, el Centro Social de Comunes Urbanos de Madrid, para tener
un encuentro con Laura Zúñiga y escuchar la narración de sus experiencias.
También para visibilizar distintos casos de defensores y
defensoras —en Colombia, El Salvador,
México, Egipto, India—que reivindican la libertad de
expresión, promueven el no racismo y rechazan el sexismo, entre muchas
otras causas.
¿Qué hace el resto de la gente?,
preguntó esta chica a los asistentes, un grupo nutrido, diverso y de todas
edades que permaneció atento a su exposición.
“Podemos tuitear. Podemos
protestar. Podemos escribir cartas. Podemos dar testimonio”, es la propuesta
que incluye esta campaña. Igual podemos comenzar leyendo. Y es que leer
conlleva ciertos riesgos, como afirma el ensayista
italiano Alfonso Berardinelli. En especial el tipo de lecturas “cuyo contagio
sugiere o impone cambiar de vida, escapar del mundo o transformar radicalmente
la sociedad”. O proteger a los pocos que protegen los derechos de todos. O al
menos reconocerlos. En tiempos de desinformación y caducidad de la memoria de
los hechos, eso también es tener coraje. Una osadía.
Asistentes al encuentro con Laura Zúñiga Cáceres, organizado por Amnistía Internacional en coordinación con La Ingobernable. Foto: G. Serrano |
Recomiendo leer:
2017, año negro para los defensores del Medio Ambiente: 207 asesinados (Europa Press).
Los herederos de Berta Cáceres (The New York Times en español).
Escucha Fuera fiera, Amparo Sánchez con Bebe.
Comentarios
Publicar un comentario