Las incomodidades de nuestro tiempo
Farándula de charlatanes, estampa en Desastres de la guerra, 75 de Goya. Fotografía © G. Serrano. |
Es un día de eventos
extraordinarios. La vida de unos cuantos mostrando la cotidianidad de muchos. Un
puñetazo bien dado a la doble moral y a la simulación europeas. El hacha que
Kafka buscaba en los libros para romper “el mar helado dentro de nosotros”. Es
la actualidad narrada en blanco y negro: con ironía, con crueldad, con sus
giros, en setenta y un minutos. La crisis mundial de las izquierdas como
forma de hacer política, la polarización del feminismo, su potencia,
fanatismos y contradicciones. La
vaporización del activismo y la ineficacia
de los servicios sociales en una sociedad de individuos que, más bien,
parecen los residuos del modelo neoliberal. Le
charme discret de un grupo selecto de burgueses que han perdido sus
principios, que se enfrentan al fin del amor tal como lo conocían, que observan
en directo su propia decadencia mientras se topan con la muerte. Es The party (Reino Unido, 2017), la película de Sally Potter.
Hoy, cuando no sabemos para dónde
tirar. Cuando casi cualquier cosa nos ofende, fatiga o desalienta a la
velocidad de los bits. Cuando tenemos la fe puesta en la tecnología como El
Remedio para cada uno de los lastres patológicos que nos tienen paralizados. Cuando
despreciamos las humanidades como fuente de conocimiento y de aprendizaje, son
los artistas y creadores quienes nos interpelan para decirnos que así, anegados
de información como estamos, no hemos entendido nada. En la muestra Goya + Buñuel que se presenta en el Museo Lázaro
Galdiano de Madrid, sobre un fondo negro y en letras blancas, aparecen
una serie de textos como los siguientes:
“Goya y Buñuel penetraron
lúcidamente en la imperfección de la naturaleza humana y supieron dar cuenta de
ella con agudo espíritu crítico. (…) Goya censuró un sinfín de conductas como la superstición, la hipocresía, la opresión
o los abusos entre sexos. La serie
de estampas titulada Caprichos
compendia espléndidamente su batería de críticas”. “Buñuel entiende la provocación como un ejercicio
intelectual, como un reto humanista mediante el cual obliga al individuo a
interrogarse acerca de las convenciones que le rodean y también acerca de sus
propias actitudes. Porque provocar es
otra forma de hacer pensar sobre el orden social instituido”.
Sally Potter, Francisco de Goya y
Luis Buñuel coinciden en asomarse al interior del ser humano con el fin de sacudir
las consciencias aletargadas por el consumismo y el entretenimiento. El suyo es
un intento de subversión del que los ciudadanos hemos sido incapaces para
organizarnos y luchar en colectivo. Y como se sugiere en Los
sueños de la razón, sus obras constituyen “una
llamada a la incomodidad que obliga a pensar y adoptar postura, tanto en el
terreno social y político, como en el personal”.
¿Tiene sentido tomarse la molestia
de ir al cine o visitar un museo? Sigo pensando que sí, que sí. Al igual que
Buñuel, sigo creyendo que “el cine [la cultura toda] es un arma maravillosa y peligrosa si
la maneja un espíritu libre”. Tan libre —y vigente— como
el autor de Farándula de charlatanes
o el de La edad de oro. Tan libre —y vigente— como la propuesta de Sally Potter.
Exposición Los sueños de la razón. Goya + Buñuel. Museo Lázaro Galdiano, Madrid 2018. Fotografía © G. Serrano. |
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