EPISODIOS SONOROS - Pan con miga 5: aquellas pequeñas cosas
“Quien trigo siembra, pan recoge.” |
Bienvenidos a este breve espacio que privilegia la voz humana frente a la imagen; la comunicación frente al ruido; la reflexión pausada frente a las respuestas o satisfacciones inmediatas; los vínculos comunitarios frente al individualismo. En fin, los sujetos frente a los productos. Esto es EPISODIOS SONOROS, un proyecto periodístico y cultural que surge a partir del trabajo cotidiano y las experiencias que derivan de tener una panadería artesanal en un barrio de Madrid.
GLORIA SERRANO
¿Cuáles son las cosas que nos salvan? Esas cosas mínimas, cotidianas, a veces desapercibidas. Esas cosas pequeñitas que nos salvan de los efectos del cambio climático, del costo del aceite de oliva, de la soledad no deseada de los ancianos, del suicidio en los jóvenes…
¿Quiénes son los justos sobre los que escribió Jorge LuisBorges que hacen estos pequeños actos?
Son las parejas jóvenes que se pasan por la panadería solo
para presentarnos al nuevo integrante de la familia.
Es Juan o Daniel, cuando compran una hogaza porque
prometieron llevar buen pan al paseo con sus amigos.
Es la madre de Sonsoles al hablarnos del vino que se produce
en Cadalso de los Vidrios, su pueblo.
Y es el vecino cronista que nos obsequió un libro sobre la
historia de El Retiro.
Son esos niños que saludan a su panadero cuando lo ven pasar
por la mañana.
Es el pequeño Nico que reparte chuches en su cumpleaños.
Y Sandra que nos cuenta la vida en su Instituto.
Y Marisa el día que nos regaló orégano salvaje para las
focaccias que horneamos los viernes.
Y Juanma, que le gusta hablar de música.
Son los clientes que reciclan su bolsa de papel y la llevan
dos o tres veces más.
Son todas las personas que preguntan si nos encontramos
bien.
Y todas las que llegan a conversar sobre su vida: sus
exámenes, sus oposiciones, su perro, su nueva moto, su cansancio cotidiano, la
enfermedad de sus padres, la muerte de sus padres.
Este no es un listado, tampoco un anecdotario. Si afinamos
la mirada, quizás nos haría sentido, y comprenderíamos
estos versos del poeta argentino:
Un hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
Un tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
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