La vida es un arder

© G. Serrano

"Es la época la que pone las imágenes, yo tan sólo me limito a ponerle las palabras". 
Stefan Zweig


Cuando la ciencia ficción deje de serlo y el estilo de comunidad que aparece en Black Mirror se convierta en el nuestro. Cuando las heridas que rasgan el corazón solo puedan expresarse a través de memes y emoticonos. Cuando ningún hombre sea capaz de decir “A qué mecer de ola vas a buscar / La línea serpentina de tus caderas, / De dónde nace la frescura de esa fuente / Que sale de tu boca cuando ríes”. Cuando mi risa de hoy pertenezca a un avatar y mi pensamiento esté contenido en un chatbot. Cuando él utilice Eterni.me para interactuar conmigo como tantas veces por los barrios de Madrid en noches de invierno como esta. Cuando interactuar signifique algo diferente a lidiar con mi dolor menstrual y con sus miedos. Cuando Zoltan Istvan o Dmitry Itskov consigan la inmortalidad digital.

Cuando P se pregunte por qué esa chica que antes inundaba Instagram de corazones ahora no responde a sus wasaps. Cuando el silencio sea la única respuesta posible. Cuando S y G cierren sus redes sociales. Cuando M abra cinco cuentas de Facebook con cinco perfiles distintos. Cuando en Japón el 80 por ciento de los enfermos sean cuidados por máquinas que tienen cara de osito. Cuando no haya que esperar al verano para sentir el bueno de los días ni el otoño para pisar hojas secas. Cuando llevemos en el cuerpo un implante similar al de Moon Ribas. Cuando en una ciudad sin mar existan piscinas de agua salada. Cuando no necesite tomarlo del brazo para caminar. Cuando caminar no sirva para exprimir la vida hasta su médula. Cuando en vez de vida digamos onlife.

Cuando los periodistas dejemos de salir a la calle porque existe un ejército de robots que informan del mundo sin mirarlo, sin comprenderlo. Cuando en las redacciones traten a los periodistas como a un ejército de robots detrás de una pantalla. Cuando la Academia otorgue el Óscar a la Mejor Banda Sonora a un programa informático y no a Ennio Morricone o a Gustavo Santaolalla. Cuando Marina Garcés diga que los humanos podremos ser tan estúpidos como hemos demostrado ser porque el mundo será inteligente. Un mundo smart para unos habitantes irremediablemente idiotas”. Cuando consideremos intrascendente recordar esta frase de Katie en la película The way we were (Estados Unidos, 1973): “Es asombroso cómo uno se ve obligado a tomar decisiones, quiera o no quiera”.

Cuando decidamos que ser un simple humano ha representado ser muy poco y comencemos a nombrarnos cyborgs. Cuando nos creamos así de infinitos. Cuando estemos convencidos de habernos liberado de tan obsoleta humanidad. Y cuando resulte su opuesto. Y cuando seamos prisioneros de otras cosas. Y cuando la historia sea la performance más absurda. Escribo estas líneas para cuando suceda, para que en medio del Big Data quede registrado que yo, a pesar de las limitaciones y complejidades, prefiero arder. Porque “la vida es un arder y el que no arde no vive”. Es lo que aprendí de un escritor español que sin ser carburador fue lumbre. De José Luis Sampedro, cuando el tiempo era lento.

También ver el video: How a handful of tech companies control billions of minds every day (con traducción al español).

Para no perder de vista:





Comentarios

  1. Notable vision del transcurrrir de nuestra humanidad ;

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    1. Gracias por leer el texto y dejar tu comentario, Jorge. Son muchos los estímulos que tenemos a diario, pero lo más importante, considero, es hacer con cada uno nuestra propia lectura para comprender qué nos dice la vida, de nosotros mismos y de la sociedad. ¡Saludos!

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