Dicen que no nos queremos


© G. Serrano.

Era mayo de 2015 y yo iba en camino a cubrir la llegada de un grupo de creadores que, durante un mes, participarían en una residencia artística en cierta hacienda de Yucatán. En ese momento recibí la habitual y atropellada llamada de mi jefe para decir que en el lugar debía encontrarme con un tal Rodrigo. Eso fue todo y colgó. Antes que pudiera exclamar mi habitual y atropellado ¡maldición!, mi venerable jefe llamó de nuevo: Olvidé decirte que Rodrigo es nuestro fotógrafo, chao. Eso fue todo y colgó. 

Desde aquél día nos une algo mucho más sólido que nuestra corpulenta pasión por el oficio periodístico. Sin la certeza de que ese chico flaco, ansioso y de movimientos zigzagueantes pudiera darme la imagen que yo estaba buscando, precavida como suelo ser, durante la presentación tomé mis propias fotografías. Tuve razón. Lo que esa misma noche recibí, fue retadoramente mejor de todo cuanto mi cabeza de cronista pudo haber imaginado. Rodrigo es como un lince, hijo de Afareo: solitario, nómada, territorial y un ágil cazador de vellocinos de oro o hechos noticiosos, que puede tener actividad las veinticuatro horas del día. El apéndice perfecto de una periodista buscapiés.

"Dicen que no nos queremos / porque no nos ven hablar,  / pero nosotros podemos / con los ojos platicar / y así nos amanecemos", se escucha en la primera estrofa del son veracruzano que me regaló la semana pasada para decir, para decirme lo que no hace falta porque ambos lo sabemos, que nuestras miradas conversan, se presienten, se adivinan y, siempre, se cuidan de pasar por cualquier historia sin lastimar, sin lastimarse.

La semana pasada asesinaron a Rubén Espinosa,  fotoperiodista como Rodrigo. Con él, mataron a 4 mujeres, una de ellas gestora cultural, como yo. Nadia Vera es el nombre de la joven que, además, fue compañera de Rodrigo cuando trabajó en su añorado Veracruz. 

¿Que si estuve presente en la marcha de protesta organizada el día de ayer, 10 de agosto, por el gremio?, ¿que si me dolió ver los ojos de Rodrigo anubarrados por el filtro gris de la tristeza?, ¿que si me conmovió la presencia del Maestro Javier Álvarez, Premio Nacional de Ciencias y Artes 2013 o de la bailarina Vania Duran acompañada de su pequeño hijo o del actor de teatro Bryant Caballero o de los colegas de Telesur, Cadena Rasa, Megamedia o Telemar? La respuesta es obvia. La suma de razones, Rubén, Nadia, Rodrigo, el periodismo, las mujeres, los hombres, mi país, la vida, la muerte. De eso escribo hoy, todo lo demás no tiene la menor importancia.

Dicen que no nos queremos…

Artículo originalmente publicado en Homozapping, el 11 de agosto de 2015.

Comentarios

Visita las entradas más populares

La danza de la indiferencia

Gentrificación y turistificación: el malestar en las calles (fotogalería y lecturas)

Semblanza: Yazmín Novelo