Bitácora del barrio 66: Dos libros, dos mundos
G. Serrano 2019. |
“¡Qué bello es el tiempo de la austeridad!”, Jorge Teillier.
El suyo era un sueño que cumplir, una idea por concretar, un proyecto para desarrollar. Uno de tantos “esperemos que sí se pueda”. Con el empeño de una cabra. Con el cuidado de una madre primeriza. Con la potencia de una locomotora de vapor, en inicios de 2018, cuando la entrevisté, ya estaban sobre papel Cántaro de letras, Palabras cantadas, Entre láminas, Entonces baila y Para mirarte mejor. Solo quedaba pendiente la publicación de Una y otra vez: teatro. Ahora ya son seis los libros editados por Editorial Las parientas que reúnen la experiencia artística y educativa de Laura Szwarc, vecina del barrio, creadora y miembro del colectivo Akántaros (Todas partes, 2000).
Para hacer sentido en medio del caos; es decir, de la precarización laboral, las noticias falsas, el 1 por ciento más rico acaparando el 82 por ciento de la riqueza global, la dictadura de empresas como Facebook, Google y Amazon, el encono que causa la violencia machista —la lista de asuntos que consumen nuestra vida es larga y parecen limitados los recursos que tenemos para imaginar otros horizontes posibles—, este colectivo propone el arte como un espacio de comunión, de acercamiento con los otros. Como una herramienta que inquieta, mejora, embellece, agita y suaviza la realidad. Para Laura, se trata de “hacer, probar, experimentar, accionar, colaborar, intercambiar, esta vez en la práctica escénica”.
Fotografía: G. Serrano |
Las Mujeres de Aaramoun (2018) es
un libro de ilustraciones que cuenta la experiencia de mujeres y niñas
refugiadas sirias. Editada por URDASPAIN y con el prólogo de la escritora Rosa Montero, esta obra describe la
experiencia de un grupo de colaboradores de esta ONG que, acompañados
por la ilustradora Irlanda
Tambascio, viajaron al Líbano para impartir un taller de dibujo a mujeres
refugiadas sirias. El objetivo fue utilizar el poder curativo del dibujo para
ayudarles a expresar su dolor y, con sus ilustraciones, realizar un libro
colectivo sobre su éxodo.
Como en el caso de Szwarc, para
este equipo tampoco fue fácil hacerse de los recursos necesarios mediante una
campaña de micromecenazgo. Pero a la larga valió el esfuerzo. “Hala, Houda, Fátima, Najar, Zaria, Rana, Rahma, Hanadi, Aya, Irlanda y Yaiza. Ellas son las protagonistas de este libro. De profesiones
panadera, costurera, cocinera, ama de casa o estudiante, llegaron al Líbano en
2012 huyendo de la guerra en Siria. Sus edades comprenden entre los 17 y los 60
años”, nos dicen.
Quizás ninguno de estos temas sea
de su interés, pero todos podemos contribuir a que la información atraviese
fronteras y llegue a más personas ajenas a los contextos en que estos textos fueron escritos.
Leer, conocer ambos trabajos, hacer difusión entre los cercanos, involucrarse o
dar un apoyo económico, nada está de más y siempre se agradece. Mientras las
complicidades suceden, me quedo con la alegría humilde de saber que tengo entre
mis manos dos muestras de afectividad en momentos de hiperindividualización, de
escasez de empatía. Akántaros y URDA son de los que “nunca dejarán de correr para acompañar a los niños a saludar el paso
de los trenes”. Visto así, exclamaría como el poeta: “¡Qué bello es [este,
el nuestro] el tiempo de la austeridad!”.
Fotografía: G. Serrano |
Columna publicada en el núm. 66 de:
Pincha aquí para leer
Bitácora del barrio 65: Llena de humanidad
Bitácora del barrio 64: Carlos y Diego, historias de todas partes
Bitácora del barrio 63: Me acuerdo (o lo que 2018 nos dejó)
Bitácora del barrio 62: Pan de vida
Bitácora del barrio 61: Entre lo público y lo privado
Bitácora del barrio 60: Insignificancias que nos dan sentido
Bitácora del barrio 59: Suficientemente cerca
Bitácora del barrio 58: Decir, mirar Lavapiés
Bitácora del barrio 57: Día de África
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