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Los silencios que rompe la música (segunda parte)

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  © G. Serrano. “La caricia y la metralla, y esta herida que nos lastima, los palacios de otras épocas, de ayer y mañana, el viento los llevará… Todo desaparecerá, pero el viento nos llevará...” Noir Desir, Le vent nous portera Es sábado. Con todo su esplendor el día comienza temprano, al igual que Andrés Chicob y Gabriel Puc, los jóvenes músicos que, mochila al hombro, se encuentran en la inquieta Plaza Grande de la capital yucateca para, de ahí, reunirse con el resto del grupo que los espera a un costado del atrio de la iglesia en el Barrio de San Juan. Su mirada tranquila, sonrisa disimulada y apariencia discreta, develan solo una fracción de la belleza de la forma y la profundidad del fondo de un pueblo milenario, el maya. Minutos después de su llegada a San Juan, aparecen también la Dra. Alejandra y la Mtra. Lulú acompañadas por otros chicos y chicas, quienes terminan por conformar esta pequeña colectividad que a bordo de dos vehículos comienz...

Los silencios que rompe la música (primera parte)

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© G. Serrano. Y es que así es la península de Yucatán: como una ínsula en la que se han mezclado dos o más razas, que ha tenido sus años de gloria y apogeo así como guerras y hambrunas, que ha sido rebelde e independiente lo mismo que abandonada y sometida. Es, sin duda, como afirmaba José Carrillo Torre, “El país que no se parece a otro”. Y Mérida, nuestra ciudad, la de mis padres, la de Rafael Ramírez Heredia y la mía por elección propia, por adopción, es blanca, bella, noble y leal. En ella podemos encontrar desde lo más sublime hasta lo más grotesco; resulta sin duda, una ciudad inagotable. Hernán Lara Zavala Viernes 16 de enero de 2015. Hace unos cuantos días dos universos se encontraron. Sharon y Gabriel, dos bellas identidades tan acentuadamente disímiles, que nadie hubiera apostado ni un mísero cacahuate por esta inesperada aproximación; dos contextos por completo distintos, cautivadores por genuinos ambos y, en apariencia, tan lejanos como se perc...

Carlos y Diego

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Alguien me habló todos los días de mi vida al oído,  despacio, lentamente. Me dijo: ¡vive, vive, vive! Era la muerte...  Sabines Lleva toda la mañana aguardando este momento, que no por repetirse día tras día, deja de ser crucial para ambos. A todos nos ha ocurrido, en ocasiones unos cuantos minutos haciendo fila en el banco o esperando aquél preciso mensaje de whatsapp, pueden parecer interminables. También esta sensación la tiene él, pero quizás con mayor frecuencia. Las horas transcurren lento para un hombre al que ochenta años acompañan su cuerpo y pueblan su rostro de bellos surcos que acentúan cada una de sus expresiones, por mínimas que sean. Aunque su carácter es tímido y reservado, su universo interior es rico y generoso. Por eso la gente lo aprecia y sus vecinos lo saludan; más que por costumbre, por afecto del bueno, de ese que requiere tiempo para fraguar y tornarse consistente. Así es Don Carlos y su digna humanidad, otoñal y parsimoniosa, no obstante...

Ella, ellos: reflexiones sobre Ayotzinapa

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Protesta por la violencia en México. Barrio de Santiago en Mérida, Yucatán, 2014 © G. Serrano. Texto publicado en diciembre de 2014 en el sitio de Homozapping (México). El 11 de agosto de 1986 tomé conciencia de que las personas "desaparecen" y no las vemos más. Ese fue el día en que murió mi abuela materna, la que vio pasar mi infancia por sus ojos. Y también fue el día en que dejé de ser una niña de nueve años. Lo sé, porque a partir de entonces no pude pensar solo en el presente, como los demás niños. Crecí cuando descubrí que las personas mueren, desaparecen y uno se queda con sus cosas, con sus olores y con sus recuerdos.  Han transcurrido veintiocho años desde aquél día. Hace unas semanas recibí una de esas llamadas que tarde o temprano llegan, pero que no quisiéramos responder porque las pérdidas duelen y yo perdí dos afectos entrañables. De nuevo el recordatorio: las personas mueren, desaparecen y uno se queda con sus cosas, con sus olores y con sus...

Semblanza: Yazmín Novelo

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Historias de verde y azul intensos: Yazmín Crónicas desde la península de Yucatán “La lengua es lo más grande que tenemos, lo que nos explica  el mundo  y nos permite explicarnos al mundo ” Miguel Ángel Bastenier Una joven contemporánea de mirada sencilla, cálida y abierta, de esas que invitan a conversar; una mujer que, para sacar provecho a la interculturalidad, tuvo primero que cruzar las fronteras que en ocasiones impone el propio pensamiento. Así es Yazmín Novelo Montejo, quien un día dejó atrás la “Corona de la luna” , el pueblo de Peto en Yucatán, sin imaginar que ese caminar la llevaría, precisamente, a reencontrarse con sus orígenes y esforzarse en preservarlos. Colega, Licenciada en Comunicación, Yazmín tiene de cierto que sus conocimientos deben servirle para transmitir, para comunicar la lengua maya, su lengua materna que a pesar de contar con casi 800 mil hablantes (INEGI, 2010), está en riesgo de desaparecer debido a que las nuevas ...

¿Quién te convoca a ti?

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En estos momentos México se curvea como un cable de alta tensión que ha quedado suelto en medio de la calle después de una fuerte tormenta; quien pase por aquí, habrá de tomar sus precauciones si es que no quiere recibir una descarga de energía. No lo digo en sentido adverso, todo lo contrario. La kilométrica línea de acontecimientos violentos, dolorosos e intensos que han ocurrido en los últimos dos sexenios también ha generado una maximización de nuestra potencia ciudadana, cuestión de la que quizás no seamos del todo conscientes, por lo que tampoco le hemos podido sacar mayor provecho. Este hecho me recuerda lo que le sucedió al famoso violinista Joshua Bell cuando fue invitado por el diario The Washington Post para ofrecer, de incógnito, un concierto en el metro de esa ciudad. La gente no detuvo su paso para escucharlo, sólo una mujer entre la multitud apresurada fue capaz de reconocerlo . “Esta es una de esas cosas que sólo pueden ocurrir en D.C.” , le dijo al finalizar...

El periodismo no está muerto

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“La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas” Pedro Páramo Desde hace ya unos años, muerte es una palabra que parece cubrir a todo México con su arrogante sonido. Sí, muerte con “M” de mujer, de migrante, de marginado, de minorías que por el número ya no se pueden nombrar así; muerte de más, de miles. Aquí hasta el silencio grita muerte mientras el gobierno escucha impasible y los ciudadanos lo hacemos pasmados, como si olvidáramos que la historia de nuestro país la hemos escrito dolorosamente a costa de muchas vidas perdidas y abundante sangre derramada. Pero estos días su resonancia es más fuerte. 43 estudiantes normalistas, eufemísticamente “desaparecidos”, se acercaron para susurrarnos al oído la tragedia y confrontarnos con una realidad de la que ya no podemos permanecer al margen: México es un país en el que se ejerce a placer cabal y cotidianamente la violencia verbal o física, hasta el grado de terminar con la existencia...